lunes, 9 de agosto de 2010

Día 5 de agosto Atenas-Tesalónica 680 km

Antes de empezar la crónica, una pequeña reflexión. Lo de viajar solo y escribir. Antes nunca había escrito una crónica de un viaje, la pereza me podía. Me confieso un chupóptero nato, leo las crónicas de los demás, saco lo que me gusta para construirme mi viaje y no me molesto en escribir. Este viaje mismo es una simple copia de una magnifica crónica de Mc Baumann. Yo debía de haber nacido chinorro, copiando soy un puto crack. Copié en el colegio y copié en la universidad y ahora, sigo copiando en los viajes. Soy Chino, pero de los buenos, hay veces que copio tan bien que mejoro el original y todo.

¿A cuento de qué venía esto? Vale, lo de escribir…me está molando y me explico.

Es un puto coñazo, es como la tarea diaria. Llegas al hotel de noche, después de un día intenso y ponte a escribir, diosssssssssssss, que coñazo, solo quiero dormir.

Pero tiene dos cosas muy positivas para mí. Lo bueno de viajar acompañado es compartir las cosas, compartir las vivencias y las experiencias del viaje con gente, a la que supuestamente aprecias. Yo no estoy viajando solo, viajo con los míos. Envío esto diariamente a un grupo pequeño de gente que es importante para mí. Hay otra gente importante a la que también me gustaría enviárselo, pero simplemente no tengo el mail a mano o sé, que esto no les interesa nada. Recibo feedback diario de mis amigos, veo que se interesan por mi viaje. Esto hace que tenga la sensación de no viajar solo, de compartir cada cosa con mi gente, es algo grande esto de las comunicaciones. Tengo las ventajas de viajar solo y las ventajas de compartir mi viaje con mis compañeros de viaje, que grande!!

Por otra parte, saber que tengo que contar lo que veo y lo que vivo, me hace estar mucho más atento, fijarme más, tratar de recordar y grabar las cosas importantes (aunque se me quedan mil en el tintero). Creo que eso me hace vivir con más intensidad mi viaje, que ya no es mío, es de varios.

Oye, que también ha habido a quién esto le ha interesado un pimiento y lo entiendo y lo respeto, faltaría más…

Vamos con el día.

Me levanto a las 8, desayuno echando leches y a la moto. Hoy y mañana son días de transición, de hacer kilómetro acercándome a Estambul. Por la mañana quiero hacer una ruta por el Ática, la zona del sur de Atenas. Quiero llegar al cabo Sunión, ver el Templo de Poseidón y llegar a Maratón, luego me molaría coger la autopista y acercarme lo más posible a Estambul.

Arranco la moto y enciendo el GPS, malo, el muy capullo no coge satélites, a saber que le pasa (luego supe que estaba encabronado conmigo). En Grecia no he hecho mucho caso al GPS, la cartografía que tiene es una castaña y he tirado de mapa Michelín. Cuando veo el panorama, que no coge los satélites, le miro de reojo y pienso para mi “que te den chavalote, no te necesito, he visto la guía y está chupao”. Jejeje

Mi idea era llegar a Pireos (zona del puerto que quería conocer, por cierto, animadísima) y buscar la carretera de costa que salía a la izquierda, fácil, no? Pues vale, tiro y confirmo que me gusta mucho Atenas también por la mañana. Es una ciudad volcada a la gente, un poco árabe en algunas cosas. Los comercios exponen su género en la calle, lo que da mogollón de colorido, tanto las ferreterías como las tiendas de alpargatas. Los mercados con esos expositores de cristal tan curiosos, la cantidad de gente, vida y alegría que se respira. Las terrazas de las tabernas, me mola.

Voy buscando desesperadamente el Pireo, pero manda cojones, con los carteles de los griegos, no hay quién se entere, es como leer chino o árabe. Normalmente tienen los carteles en dos lenguas, en su lengua jeroglífica y en cristiano, pero esta vez solo veía los jeroglíficos.

Por cierto, ya podíamos aprender de ellos, lo digo por Cataluña y su provincianismo. Iba yo pensando lo paletos que somos en nuestro país. Tú vas a Cataluña y solo ves los carteles de la carretera en Catalán (y eso que el castellano es legua oficial de España), incluso te multan si rotulas tu negocio en castellano. Llegas aquí y te dan mil lecciones de modernidad y de respeto a todos, ves todos los carteles rotulados en las dos lenguas. Resulta que presumimos de ser los más cosmopolitas, los más modernos y los más abiertos y en el fondo, somos unos palurdos, provincianos y paletos. Estos Griegos, posiblemente más pobres que nuestra Cataluña querida, son mil veces más abiertos y cosmopolitas.


Querido Carod, querido Montilla (o no tan queridos), salid del pueblo ya, que me recordáis a Pajares y Esteso en alguna de sus pelis.

El caso es que me perdí, que conseguí llegar al Pireo, que es más ciudad que pueblo) y que no encontraba la puta carretera de la costa. Eso era un laberinto.

La situación se torno jodida. 34 grados con una humedad del carajo y yo dando vueltas entre el tráfico. Cogía una calle que iba en la dirección que yo creía correcta, pero de repente se cortaba o cambiaba radicalmente de dirección, eso una vez tras otra haciendo continuos bucles, de forma que al rato, no tenía ni zorra de donde estaba yo y donde estaba el mar. Me llegué a desesperar, el sol me quemaba, no soportaba el casco, ni los guantes, ni los pantalones. Pasé por la misma calle varias veces en direcciones distintas y siempre pensando que iba bien.

Ahí tuve la conversación con mi GPS. Pensé gritarle, pero opté por la diplomacia, al fin y al cabo estaba en Grecia. Le dije “mira majo, sé que no te he hecho ni puto caso en los últimos días, pero no me falles, somos un equipo de tres, la moto, tú y yo, ninguno podemos fallar para que esto tenga éxito, nos necesitamos”

Joder, el tío os juro que lo entendió, de repente se puso como loco a localizar satélites y me marcó la posición, después de 50 minutos bloqueado dando vueltas en Atenas, el tío me señalaba la carretera a coger y como cogerla!!!

Casi le beso ahí mismo. Le he jurado respeto para el resto del viaje, prometí que tendría siempre en cuenta sus indicaciones y que no le haría de menos en lo que quedase de viaje, veremos si lo cumplo.

El caso es que enfilo la carretera y la cosa empieza bonita. Voy pegado al mar, a ese mar Egeo, que como el Corinto, es cristalino, transparente, Veo cientos de rincones preciosos para el baño y en cada uno de ellos, unas pocas personas bañándose placidamente, sin agobios, sin masificación. Continúo la carretera y es un placer, calas de fácil acceso, playitas, pueblos con poca edificación, pero de buen gusto, poca gente, paz.





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En algún momento curvas. Alcanzo a un griego con el típico traje motero, alpargatas, pantalón corto y camiseta de tirantes, esta vez con casco, en una CBR 1000. El tío llega a darme miedo, no sabe, entra fatal en las curvas y una vez dentro rectifica dos y hasta tres veces, sale de la curva, da el puño y sale disparado, hasta la siguiente curva que se atranca y, sin querer, me echo encima. No quiero ponerle nervioso y lo estoy haciendo. Podría adelantarle, pero si se pica la hemos liado, este se mata. Decido parar a echar unas fotos y dejarle ir a su aire, Todos hemos comenzado así, pero no con una CBR 1000, coño!

Traje grieo motero típico para una Hayabusa

El caso es que, pueblo que va, cala que te viene, doy una curva y lo veo, el templo de Poseidón, Me hizo el mismo efecto que cuando vi a lo lejos el Partenón, majestuoso, coronando una colina y hacia el mar, imponente.

Llegué, pagué el peaje de 4 euros y subí a verlo de cerca. Te gusten o no los pedruscos, estas ruinas griegas tienen algo que te engancha, no sé lo que es, quizás el emplazamiento, que es siempre el idóneo, o la majestuosidad que tienen, que te acongoja y te achica. El Templo de Poseidón, Dios del Mar, que mejor sitio para levantarlo que el Cabo Sunión, al sur de Atenas y dominando todas las islas griegas, tan de moda ellas, con sus chatis y eso.








Hice mil o dos mil fotos y me fui, sin comprender como 15 columnas de mármol viejo podían causar ese efecto en mí. Tiré hacia el norte, mi siguiente objetivo era Maratón.

Me perdí unas cuantas veces, por no gritar a mi GPS, que si cojo la autopista, que si no, ya sabes, la típica discusión, Y así, rodando rodando llegué a Maratón. Mira que tontería, que me hacía mogollón de ilusión venir aquí. Y después de llegar pensé que debía ser por la historia, porque el sitio es de lo más vulgar, no tiene nada.

Para el que no lo conozca, lo resumo en tres frases, que está curiosa.

Aquí se dieron de leches, una de tantas veces, los griegos y los persas, pero esta vez había una circunstancia que lo hacía diferente. Eran 10.000 atenienses contra 25.000 persas, jodido , no? Yo me imagino la situación, los persas frotándose las manos y repartiéndose los atenienses, tocaban a uno por cada dos persas y medio, vamos, lo que viene siendo una merienda de negros.

Pues fíjate tú, que van los griegos y dan un buen repaso a los persas. Yo no me lo explico del todo, no sé si los griegos habían tomado más colacao o que su jefe era más listo. Los jefes, para bien o para mal, suelen ser siempre muy decisivos. Vete tú a saber, el caso es que les dieron cañita de la buena y la palmaron 6.400 persas por solo 192 atenienses. A mi no preguntéis cómo.

Con el subidón de la victoria, el pringao de Filipides salió corriendo como un poseso a Atenas a dar el notición, de ahí el Maratón de 41 kilómetros que se hizo el pobre (nótese que en aquel entonces no había teléfono móvil para dar la noticia y las palomas mensajeras imagino que estaban de huelga, como los controladores). El tío, se lo hizo con la armadura puesta. Yo con esto he flipado un poco, por los compañeros digo. Que ninguno se ofreciera y le dijese “venga chaval, quítate eso que yo te lo cuido”, pues nada, allá que se fue a pleno sol con la armadura, como cuando yo visité Delphos vestido de romano, que la podía haber palmado.

El tío llegó y dio la noticia, pero del sofocón que llevaba la espichó ahí mismo.

Por culpa de este Filipides tengo yo ahora amigos encebollados en la tontería esta de la maratón y encima, sin noticias que dar a nadie. Y por su culpa corrí yo mi primera y última maratón en Madrid, claro que yo sin armadura y por eso sigo vivo.

En Maratón di mil vueltas intentando encontrar algo con encanto, significativo de aquello. No encontré nada. Entonces paré la moto y miré las colinas, tratando de adivinar donde estaban los persas y donde los atenienses. Harto de pajas mentales, arranqué y me piré de allí. Salvo que alguien sea muy maniático de esto de correr, y si lo es también, hay que ahorrarse la visita a Maratón, no tiene nada, más que vulgaridad.

Cogí la carretera que llevaba al lago, o eso decía porqué yo no vi ningún lago. Ahí se me abrió el dilema, lo sensato era pillar autopista y quemar kilómetros hacia Estambul, pero la puñetera costa de Egeo, como la del corinto, tenían imán para mí. Así que enfilé carreterillas hacia la costa. El GPS se portó, imagino que compensando la faena de la mañana. Me dibujó carreteras que no venían en el mapa Michelín, tiré, pasé un puerto chulísimo y luego fui subiendo por una carretera deliciosa pegada al mar, Y digo pegada, solo separada por un pequeñito muro de piedra. En algún sitio me paré, en una taberna a orilla de mar, y me tomé una cerveza, o fueron dos, o fueron tres….a quién le importa?


Y seguí, viendo la costa, y las playitas y la gente bañándose.






Hasta que apareció la autopista. Ahí le dije a la moto, “oye, te toca a ti, hay que tirar para delante a saco”. Me entendió y parece que me respondió “vale, tú olvídate, déjalo de mi cuenta”. La oí rugir con rabia, sacar poderío, músculo y correr. Se puso a velocidad de crucero y yo solo me limité a agarrarme al manillar, recibir el viento en la cara y contemplar el paisaje, que a ratos era increíble, cercano a la costa y a ratos aburrido.

Así pasaron unos cientos de kilómetros hasta que me dijo, “oye, estamos en Tesalónica, coges los mandos?” Y desperté, y volví a tomar el mando para entra en la ciudad, Tesalónica, mi despedida de Grecia.

Es curioso y absurdo, la relación que llegas a crear con una simple máquina en un viaje de estos. Juro que la llegas a apreciar, que a veces la hablas y que incluso confieso, haberla acariciado (esto negaré haberlo dicho).

Bueno, llegada a Tesalónica, búsqueda de hotel, flipo en colores con la ciudad, que cosa más pija. Encuentro hotel en el centro, garaje aparte para mi princesa, ducha y a correr.

La ciudad es acojonante, es como el barrio de Salamanca en Madrid, pero a lo grande. Todas las franquicias del mundo, edificios señoriales, terrazas pijísimas, gente que parecía salida de la Moraleja. Me tomo la primera cerveza y alucino, precio de copa en Madrid, hay que salir huyendo. Hay gente joven a saco. Chicas preciosas y muy bien vestidas, lo siento, en los chicos no me fijé, es un defecto que debo de tener, algo genético, o relacionado con algún cromosoma. Solo lo aprecio si es muy evidente, pero las niñas griegas aquí…..de campeonato!!!

Pero salgo pitando, no es mi lugar, pateo como un loco y encuentro la zona de las tabernas griegas. Y allí ceno, de lujo, en una taberna super ruidosa, con unos griegos cantando en directo, con la gente coreando y aplaudiendo y me tomo una cerveza también después de cenar… otra y …joder, es que estaba muy animado!!!! Pero me tengo que ir a escribir esta puta crónica!

Mañana quiero llegar a Estambul, al principio me daba igual llegar que no llegar, ahora ya no, quiero llegar, es importante para mi.
Buenas noches!

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