lunes, 2 de agosto de 2010

Día 12 de agosto Pag – Piacenza 740 km

Me he ido a tomar un largo café a una cafetería en Pag, por lo que al final he salido tarde. Desde Pag hasta Rijeka me quedan 170 km de costa croata. Yo sigo sin palabras sobre la belleza de esta costa. La carretera, desde el punto de vista motero es alucinante, con curvas de todo tipo y asfalto bueno, pero el paisaje es tan espectacular que renuncias a darle al gas y solo te dejas llevar por la moto, babeando y sacando fotos cuando puedes.





A pocos kilómetros de Rijeka me paré en un pueblecito y me senté en una taberna con mesas de madera al lado del puerto. Se pasaron dos horas allí sentado sin apenas darme cuenta. Allí veo que no hay ferry de Génova a Barcelona hasta el sábado por la tarde, así que decido hacer la vuelta por carretera montado en moto




Luego seguí hacia Rijeka y al llegar allí si que di por acabado el viaje, algún interruptor en mi cabeza cambió de posición y pensé en volver por el camino más rápido. Era tal el cúmulo de sensaciones distintas en tan poco tiempo, que ya no quería ver nada más, solo volver. Desde allí enchufé el navegador dirección a mi casa y me indicó que estaba a unos 2.100 km del ala. Cuantos más me quitara hoy, menos haría mañana.

Atravesé Rijeka, gran ciudad con un núcleo industrial a las afueras importante. La ciudad es bonita, tiene muchísimos edificios señoriales, pero en pésimo estado de conservación, con fachadas negras y desconchadas. Le hacía falta un ejército de pintores para dejarla presentable. También vi edificios de viviendas incomprensiblemente altos, sin necesidad aparente, auténticos hormigueros humanos que, al estar en tan lamentable estado y ser tan altos, daban la sensación de que cualquier día se iban a ir para abajo.

Al poco de pasar Rijeka, dirección Trieste, me encuentro la frontera con Eslovenia, ya me había olvidado de que pasaba también por Eslovenia. En esto de las fronteras he cogido experiencia, este es el noveno país por el que circulo y ya me cuelo descaradamente sin esperar la cola.

Los kilómetros eslovenos son una delicia, con un paisaje verde y arbolado y una sensación de frescor muy gratificante. Además la carretera es muy divertida. Al llegar a Trieste ya pongo modo autopista, enchufo la autopista, pongo el piloto automático a la moto y empiezo a devorar kilómetros a 170 por hora.

Paso al lado de Venecia, tan al lado, que yo creo que si me pongo de pie en la moto veo los canales. Aunque no la conozco, no quiero entrar a verla, por un lado estoy mentalmente saturado por tantas cosas tan distintas en tan poco tiempo y por otro….ir a Venecia sin compañía es un pecado mortal.

A las 20:30 empieza a llover y decido parar a buscar hotel en Piacenza. Casi me caigo en un puente flotante provisional de tablones de madera. Estaban los tablones mojados y al entrar desde el asfalto a velocidad de asfalto, frenas y sobre la madera la moto resbala. Solté freno y la controlé como pude pensando que manda cojones, el último día y a punto de piñarme.

Piacenza parece una ciudad fantasma, tiene un centro precioso, con grandes edificios y bonitas calles empedradas, pero no hay un alma en la calle, ni un solo comercio o restaurante abierto. Usando el navegador de la moto encuentro un hotel y joooooder, yo flipo con los hoteles italianos, da más miedo que la mansión de Psicosis, pero es lo que hay, me quedo, al menos no es caro.

Para cenar cojo la moto y me cuesta un rato largo encontrar un restaurante abierto, aunque una vez localizado he de reconocer que cené de lujo. A dormir que mañana quiero madrugar, a ver como se da la vuelta. Estoy a unos 1.600 km de casa, si se da bien llego, si no, paro a dormir por el camino. Prisa mata…..

No hay comentarios:

Publicar un comentario