domingo, 1 de agosto de 2010

Día 13 de agosto Piacenza - Madrid 1.690 km, pasando por Valencia, jeje

Me despiertan los truenos y la lluvia sobre las 6:30 y claro, me entra el descojone, parece la situación ideal para marcarse un largo viaje de vuelta.

Me agarro a aquello de que “más vale morir que perder la vida”, así que en marcha. Me lío con las autopistas y doy un rodeo de cuidado. A los pocos kilómetros, con mi chupita de verano de agujeritos, estoy empapado hasta los huesos y como la cosa no parecía tener mucha solución, decido seguir camino. La cosa se complica llegando a Génova, la lluvia es torrencial, el asfalto no drena, los camiones te sueltan tanta agua que te dejan sin visibilidad y para hacerlo más divertido, entre las montañas genovesas la temperatura baja a 14º, lo que unido a que estoy absolutamente empapado, me hace pasar un frío del carajo, con unas tiritonas curiosas. Pararme no vale de nada, así que tiro con la esperanza de que la costa azul me traiga buen tiempo. Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte, así que de esa iba a salir yo como Popeye después de un atracón de espinacas.

Efectivamente, Francia me recibe con sol y 25 graditos, lo que hace que me seque con el aire de la moto y recupere el tono físico. Lo malo, los atascazos que pillo en las autopistas francesas.

Llego a Barcelona ya con 1.000 km a las espaldas, por lo que decido parar y tumbarme en una praderita a echar un sueñecito de media hora. Al despertarme, me incorporo tan atocinado que me salto la desviación a Madrid sin darme cuenta. Cuando me doy cuenta, ya llevo 100 kilómetros de ala, por lo que decido seguir hasta Valencia y desde allí ir a Madrid, dar la vuelta no compensaba. A partir de ese momento paso los peores ratos del viaje, vuelve a llover torrencialmente, tanto, que me planteo coger un hotel y dormir allí. Hice unos 200 km con lluvia, otra vez empapado hasta los huesos y esta vez, más al límite (juro no volver a salir sin ropa de agua), hasta llegar a Valencia. Cuando iba a buscar hotel, empiezo a ver que se despeja en la dirección que yo llevo y efectivamente, al poco deja de llover. Paro a ponerme ropa seca y con las mismas, decido tirar a Madrid. Llegué a las 12:30 a casa, muerto de cansancio pero feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario