viernes, 13 de agosto de 2010

Día 1 de agosto, Bracciano-Positano 400 km

Cómo he dormido!!, como un lirón, yo quería madrugar pero la cama era demasiado cómoda, así que desayuno sobre las 9:30 y salgo sobre las 10:15, joder, yo en los viajes a Marruecos era odiado porque estaba listo en 10 minutos, aquí necesito 45, vaya….

Bracciano, qué pueblo más bonito, y el lago….intento buscar el lago, un sitio bonito para hacer una foto, hago algunas y decido tirar hacia la costa.



La temperatura es perfecta, sobre los 25 grados y la zona muy verde, da gusto ir en moto a esta hora de la mañana.


Tampoco hay tanta diferencia entre la Italia rural y la España rural

Voy hacia la costa pero… Roma, maldición, Roma está ahí al lado, que difícil resistirse, quiero ver Roma pero….estuve aquí hace no mucho, con Alicia, Alex, Enrique y sus mujeres. Fue un viaje fantástico y si entro en Roma….

No hay más que hablar, a la costa!! Me adelantan dos romanas hipermorenas e hiper pijas de la muerte en una Transalp, están de vacile, sonrisitas y miradas, van a la playita y pronto las pierdo. Yo a lo mío.


El buen gusto italiano está fuera de toda duda...

Es increíble como conducen estos tíos, en el Norte de Italia te sorprenden, pero aquí ya son la leche, no respetan nada. Si vas a tu derecha en una carretera de un solo carril, el de detrás se te pone en paralelo casi echándote, las líneas están para decorar el asfalto. Yo como el refrán, “si no puedes con ellos únete a ellos”, así que tardo escasos minutos en conducir a la italiana, lo malo que estos vicios luego te los llevas. No me cuesta, los que me conocen saben que tengo una vena muy macarra y casi disfruto conduciendo así. Al rato me doy cuenta de que ya no me fijo si la línea es continua o no al adelantar y un poquito más tarde en que ya no pienso si viene uno de frente o no, solo si cabemos los tres en paralelo.

Me peleo mil veces con el GPS! Eso de no tener compañero de viaje es lo que tiene, con alguien te tienes que pelear y que mejor que con tu GPS. El muy capullo me tira hacia el interior y yo empeñado en la costa, vale ya, no? Aquí mando yo, a la carretera de la costa!!!. Si, me entra complejo de dictador con mi compañero, pero alguien tiene que decidir y quién mejor que yo!

He decidido bajar sin perder de vista el mar, creo que es la mejor opción, aunque el capullo del GPS se empeñe en lo contrario.

Tratando de coger la carretera de la costa llego a un pueblo llamado Neptuno, como el Dios pero sin tridente, al menos yo no vi. Estos tíos no saben que en Madrid tenemos una plaza del mismo nombre, donde cuatro mataos aficionadillos del segundo equipo de Madrid celebran sus escasos triunfos.

En una de esas carreteras costeras veo chicas en el arcén en una silla a pleno sol, prostitutas. Esto, en las carreteras, solo lo había visto en alguna región española, Cataluña. Me dan pena, pobres, esperando al sol un improbable cliente. Hay gente para la que la vida es muy jodida, uno siente una mezcla de vergüenza por ser tan afortunado y rabia por la situación al ver cosas así.

Recorro toda la línea costera desde Neptuno hasta Terracita. Son kilómetros y kilómetros de playa magnífica y abarrotada de italianos (e italianas, joder con las ragazzas…).Es domingo y estamos cerca de Roma, están todos aquí. Me río yo de la densidad de población de los chinorros, si todos estos italianos en invierno están en Roma es perfectamente explicable el caos circulatorio de la ciudad. En esta zona, a lo largo de toda la costa hay unos lagos aparentemente no conectados con el mar, desconozco si son de agua salada o dulce, imagino que salada, ya que la línea de tierra que les separa del mar es de apenas 100 metros.


Hay multitud de canales que de adentran tierra adentro y que los italianos aprovechan para fondear los muchos barcos que hay por la zona. Estos tíos tienen pasta. Si me pongo a contar barcos y piaggios, ganan los primeros de largo. La temperatura sigue perfecta, sobre los 28 o 29 grados, calor soportable. El tráfico es muy denso y pienso que a este ritmo no llego a Estambul ni en cinco meses. Es igual, si no se llega, no se llega, tampoco pasa nada, que me quiten lo bailao.

Me suelto de manos y ¿qué pasa? El manillar tiene el baile de San Vito, por diosssssssss, esto no lo hacía antes de llevarla al mecánico, no lo hacía con las ruedas viejas, Lo más probable es que me hayan equilibrado mal las ruedas. Esto, en otras motos, en la africa o en la XR, me la chiflaría, pero en esta que va como la seda, me jode, me jode mucho. Ya no tiene solución, tendré que aguantarme el viaje así.

Casi me piño, sorteando a un coche parado, salgo al escaso arcén para adelantarle sin darme cuenta que está lleno de arena de playa que me coge de sorpresa. La moto cabecea y la sostengo por los pelos. Será por arenas que he pasado en los viajes a Marruecos y mira tú por dónde…

Paso Terracita, bonito y tranquilo pueblo, pese a ser centro turístico. Llego a Gaeta. Leí a Mc Baumann, mi inspirador, que le gustó el pueblo, a mi no tanto. El centro, de callejas estrechas, es bonito, pero lo demás me parece horrible. Construcción turística a tope de los años 50, edificios de apartamentos cutres y mogollón de gente. Salgo pitando, quiero una cerveza y no encuentro dónde.


Callejuelas del centro de Gaeta

Siempre que voy de viaje me pasa, veo cantidad de sitios chulos dónde pararte a tomar una cerveza o a comer cuando no toca hacerlo y en cambio cuando te apetece no ves el sitio apropiado, debe ser alguna de las leyes de Murphy. Estaba yo en estos pensamientos tan profundos (místico que soy), cuando el de delante frena en seco y casi acabo de copiloto entrando por el cristal de atrás, me quedé a dos centímetros. Igual debería ir más centrado….

Decido que la cerveza tiene que ser en un chiringuito playero, para dar envidia a los italianos, ellos con su escaso bañador y yo vestido de moto hasta las cejas. La entrada puede ser triunfal, tendré que poner cara de “a que molo, eh?” (esto es homenaje a mi amiga Susana, porque la molo).

Vaya, estos chiringuitos son de pelearte por pedir en la barra y buscar luego una mesa libre, no, yo lo que quiero es sentarme y que me sirvan una cerveza bien fría. Será mi sangre azul, seguro que algún antepasado lejano fue conde o duque por lo menos y de ahí me viene la tontuna. Al rato, viendo que todos los chiringos son del estilo, decido renunciar a mi sangre azul y adaptarme al medio.


Triunfé, pedazo de botella de cerveza de 66 cc sentado a la sombrita.


Continúo camino incumpliendo los mandamases moteros, me quito la chaqueta y voy en camiseta. La temperatura es de 29 grados, pero no llevar la chaqueta hace que el camino sea una delicia y al fin al cabo, voy pisando huevos.

Las playas de la zona ( y luego comprobé que también en la península sorrentina), están totalmente industrializadas. No hay un metro de arena libre, es una especia de plantación inmensa de sombrillas propiedad de los hoteles y restaurantes. Eso si, para hacerlo más cromático, cada 100 metros cambian el color de las sobrillas. No me gusta nada el concepto, más bien me repugna, playas privadas y negocio por tirarte en la arena. Cada vez me gusta más España.

Horrorosa industrialización de las playas italianas
Me acerco a Nápoles, no me gusta nada, que cutre todo. El asfalto es una sucesión de baches, debe ser que asfaltan las calles cada 30 años. El barrio por el que entro, por la carretera de la costa, es espantoso. Casas viejas, sucias, a medio construir, basura por todas partes. Debe ser un suburbio, pienso (luego ví que el resto era igual). Esta lleno de africanos, a los pobres siempre les dejamos lo peor.








Según me adentro en Nápoles flipo en colores, llego a sentir asco. La basura corre por las calles (pero correr correr), las casas viejas, feas y sucias. No he visto ninguna ciudad europea tan sucia, juro que parece una ciudad marroquí, pero de las muy sucias y muy feas. Además es la ley de la selva, los ciclomotores campan a sus anchas sin casco y sin normas, te adelantan por la derecha, por la izquierda. A estos tíos desde pequeños les han enseñado a conducir así, para ellos el acelerador tiene dos posiciones, on y off, no hay punto intermedio, o están parados o el gas va a tope.

En Nápoles vuelvo a ver prostitutas en los arcenes.

Gracias a tres iluminados (Montilla, Sebastian y Zapatero) mi empresa, antes una de las primeras empresas españolas, ahora es italiana. Voy conduciendo, observando la ciudad y pensando que si algún día me trasladan a Nápoles tendría que dejar la empresa, yo no podría vivir en un sitio así. Se conoce que estos tíos no pagan el impuesto de recogidas de basuras de Gallardón. Yo les dejaría al Gallardón 8 años, posiblemente les endeudaría hasta las cejas, pero les dejaría la ciudad patena.

Busco salir de allí cuanto antes. Además, mejor evitar riesgos, unir la camorra napolitana, la mafia y la chulería madrileña, puede ser peligroso.

¿Y pensar que Maradona cambió Barcelona por Nápoles? Jugaba bien, pero nunca fue muy listo, esto me lo confirma.

Para que no digan que soy un tío cabezón, agacho las orejas y hago caso fielmente a mi GPS para que me saque de allí cuanto antes. Vaya callecitas por las que me llevó el pollo, si lo sé…

Paso cerca del Vesubio, pero como soy un borrico no distingo cual es. Paso también Pompeya y veo sus ruinas desde la moto, no hay tiempo para más.

Busco recorrer la península sorrentina. La zona es preciosa pero con un tráfico infernal, sobre todo en la parte del Golfo de Nápoles, hasta Sorrento. Veo la isla de Capri al fondo, preciosa, ¿podría llegar a nado?. Luego entro en el otro lado de la península, en el Golfo de Salerno y alucino. Con razón es tan famosa la costa amalfitana. La carretera se despeja, ya no hay tráfico, el asfalto es perfecto y las curvas increíbles. Por fin puedo dar al gas. Me divierto, me divierto mucho, que ganas tenía...


Esa del fondo es Capri



Así, haciendo curvitas llego a un pueblo de postal, Positano. Es un pueblo enclavado en un valle que desciende en vertical hasta la playa, que cosa tan bonita.

Possitano

Decido que duermo allí, son las 18:30 pero me apetece pasear y relajarme. Busco hotel, en el primero me dicen el precio y decido no poner cara de perro, no vaya a ser que tenga que volver al rato con las orejas gachas. A la segunda acierto, ya cualquier disparate me parece razonable. Y eso que solo pregunto en los hoteles…¿cutres?, bueno no, modestos. Está en la parte de arriba del pueblo, pero así paseo. La bajada andando al pueblo me parece larga, pero las subida, por el mismo sitio, juro que es cinco veces más larga, ¿cómo lo habrán hecho? Que barbaridad, vaya subidita.



kit del viajero solitario
Es pueblo es muy pijo, demasiado diría yo, paseo, disfruto y tomo unas cervezas a precio de la plaza de San Marcos, que pasada. Para ir con una chica está de coña, debía haber unas 100 tiendas de ropita de chavala, vestidos ibicencos, de mil colores y alpargatas y bolsos, pero voy sin chica y a mi me gustan las cosas más sencillas. Todos los restaurantes son para guiris, de mantelito rosa, dos copas, mogollón de cubiertos y servilleta en forma de flor. Yo ahí no ceno ni de coña, pero ni de coña. Escalo, tipo Edurne Pasabán, hasta la parte de arriba del pueblo y me meto en una trattoría cutre de manteles de cuadros, triunfo! Que pescadito…y que vino blanco de garrafa y que barato!!


A dormir, mañana más!


No hay comentarios:

Publicar un comentario