jueves, 12 de agosto de 2010

Día 2 de agosto Positano-Brindisi- Igoumenitsa 410 km, del Tirreno al Adriático

Me levanto sobre las 8:30, dormito y me ducho. Lo bueno de llevar el ordenador es que puedo sacar información online. Me conecto a Internet para consultar los ferrys y me llevo la sorpresa. Mi plan era cogerlo en Bari a las 20 h, pero también lo hay desde Brindisi a las 21 h y hay una enorme diferencia de precio. El de Bari 113 €, el de Brindisi 46 €, los dos en plan cutre, sin camarote, tirado en cubierta. La cosa está clara, a Brindisi, no soy catalán pero por la diferencia me hago una noche de hotel.
Aquí durmió la princesa, con las mejores vistas!!

Salgo de Positano a las 10 h para recorrer el resto de costa amalfitana. Es increíble, preciosa. La carretera, con poco tráfico, invita a dar gas, a tumbar y disfrutar la moto, pero el paisaje es tan bestial que prefiero disfrutarlo y rodar despacio. Estos italianos son la leche, cómo coño se las apañan para construir las casas, de la carretera al mar, la costa baja en vertical, sin concesiones, pero en todas partes se las han apañado para construir las casas como colgadas de la pared. Por la carretera ves cantidad de entradas que dan al vacío, pero que tienen unas escaleras que bajan hasta una casa, o mansión u hotel, construido en un sitio imposible. Que desayunos se deben pegar con esas vistas…




Acaba la carretera, llego a Salerno y dejo, una vez más, que el GPS mande dirección Brindisi.


Calles de Salerno
Como iba penando en las musarañas, me salto la salida de la autopista y hago 20 km de más, 10 de ida y otros 10 de vuelta. Esto es consecuencia de tener una vida interior tan rica, jejeje.

El trayecto de autovía sin novedad, hasta que llego a Taranto. Entro por la parte industrial y pienso “que sitio tan feo”. Paso por una refinería de la ENI, del estilo de la de Puertollano o Cartagena, de las antiguas, no como la de Tarragona, más apañadita y rentable, todo sea dicho. Pienso pasar de largo la ciudad pero veo en la autopista unos carteles que indican que tienen ruinas griegas y romanas. Voy holgado de tiempo, puedo acercarme y curiosear.

Joder con Taranto, que sitio tan bonito! ¿Cómo no conocía yo esta ciudad? ¿Es qué no tienen equipo de futbol? El centro histórico está formado por calles estrechitas, por las que no se puede circular, y edificios viejos, casi en ruinas, pero todo ello está lleno de sabor y autenticidad, me encanta. La parte que rodea el centro es de edificios con cierto aire señorial, calles perfectamente perpendiculares y paralelas, limpieza absoluta (será que vengo condicionado de lo de Nápoles). La única pega es que parece una ciudad fantasma, no hay tráfico, no hay gente, estamos a lunes y la ciudad está totalmente muerta. Me tomo unas cervezas y me voy a Brindisi. Quiero asegurar lo del ferry, si hay problemas aún tendría tiempo de rectificar e ir a Bari a por el otro ferry, como molo, que diría Susana.






Llego a Brindisi, esta ciudad parece enfocada al tráfico marítimo, todo indica al puerto. Voy a la Terminal y saco los billetes, el embarque es a las 19 h, son las 16, tengo un rato para relajarme. Encuentro la terraza perfecta en el centro de Brindisi, con las cervezas embotelladas en el tamaño perfecto. Aquí pienso pasar el rato escribiendo esta aburrida crónica y leyendo hasta la hora del embarque.

Mañana a las 5 de la mañana estoy en Grecia, en Igoumenitsa. Tengo curiosidad por ver que me encuentro, voy al país que, junto con España, peor ha sabido gestionar la crisis. Voy a tierra de filósofos, de pensadores, de dioses y de luchadores. Anda que no se dieron de leches estos tíos con los persas hace unos 2.500 años, que se lo digan a Aquiles, pedazo de bestia.

Brindisi me ha gustado, es un pueblecito tranquilo, muy tranquilo, tiene un centro peatonal con algunas terrazas muy agradables. Busco un super en el que comprar algunas viandas y un vinito italiano para el picnic en el barco y después me voy directo al puerto.




El embarque es sorprendentemente fácil, es un ferry pequeño y en cinco minutos ya tengo la moto dentro aparcada. Subo, joder, vaya ferry!, está de coña, maderita por todos lados, un restaurante super pijo, casino y una cubierta cuidada, sin los típicos óxidos de los ferrys, todo pintadito, me mola. En el tema ferrys la cosa tiene miga, no quiero ser para nada racista, más bien al contrario, pero si comparas los ferrys que transportan marroquís (los de España Tánger, Melilla o Ceuta o el Barcelona Génova que viene de Tánger) con el resto de ferrys que transportan occidentales, la diferencia es la leche. Que fue antes, ¿el huevo o la gallina? ¿somos tan racistas que dejamos los ferrys viejos y sucios a los marroquíes o los marroquíes tienden a ser guarretes y descuidados con las cosas? Me inclino por lo segundo, creo que conviven mucho mejor que nosotros entre la mierda, de forma objetiva. Imagino que esta opinión no es políticamente correcta, pero es la que es.





En seguida me doy cuenta de que los griegos son profesionales del ferry, que tíos! Yo a su lado parezco un principiante. Cuando subo, ya han extendido inmensos colchones hinchables, mantas y sacos, en los mejores sitios. Las cestas de la cena había que verlas, no les faltaba detalle, hasta pimenteros vi! Y yo que iba a presumir de picnic…es igual, el vino malo italiano y el queso, me saben a gloria. Los griegos siempre han sido un pueblo muy dado al mar, tienen multitud de islas entre las que se mueven en ferry. Imagino que para ellos el ferry es como para nosotros el metro, bueno para mi no, que voy en moto, pero prometo enmendarme y conocer, algún día, el metro.




Estoy nervioso, Grecia era la etapa del viaje que más ilusión me hacía y estoy a punto de llegar. Echo el colchón y el saco debajo de una escalera, en cubierta, al aire libre. Duermo sin llegar nunca a estar profundamente dormido, ni profundamente despierto. El ruido del barco, el agua y la luz que tengo sobre mi cabeza me impiden dormir bien. Que manía esta de no dejar un solo hueco oscuro en un ferry.


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